Es interesante hacer el ejercicio de analizar la forma en que los medios van diagramando o delineando la realidad. O dicho de otro modo, hay que tener ganas de creerles a los medios, o cuando menos una enorme voluntad.
Un ejemplo sencillo, aunque no por eso menos contundente, es la actitud camaleónica sucedida en diarios, revistas y televisión en los pocos días desde la inauguración de los festejos del Bicentenario hasta su conclusión y, aún, hasta estos días.
Es fácil ver, haciendo un poquito de memoria -o recurriendo al archivo- como medios y opositores en general ninguneaban los festejos entonces por venir. Recuerdo haber escuchando hace un tiempito a Jorge Asis hablando de que el Bicentenario era una suerte de estafa, porque en realidad lo que debía festejarse era el 9 de julio de 2016 (no es raro que Asis confunda Patria con República). Parece que no le prestaron demasiada atención, ni tampoco a los medios que hablaban de caos vehicular en el centro de la Ciudad de Buenos Aires. Algunos transmitían apatía, otros se irritaban y hablaban de la fiesta del gobierno. Muy pocos le pusieron fichas a los festejos, fuera del propio gobierno y los medios estatales. Sin embargo, fueron tanto el gobierno como los medios del Estado los que en ningún momento pretendieron politizar el fenómeno que se vivió en los días del fin de semana pasado.
A contramano, fueron los medios privados los que en medio buscaron polarizar entre los festejos del Bicentenario y la apuesta de Macri de una fiesta particular del Bicentenario para la gente incluída en la civilización, entre Cristina y el Jefe de Gobierno de la ciudad. Algunos se colgaron de esta idea, entre ellos Joaquín Morales Solá. La polarización fué la segunda etapa luego del desinterés inicial de los medios, como consecuencia de los buenos resultados en términos de popularidad y de buen clima.
Ante el fracaso previsible de la segunda estrategia -no se puede ni se debe comparar las dos fiestas, y en tal caso el resultado era inevitablemente adverso para sus intereses-, los medios recurrieron a una estrategia que casi siempre les funciona: suponer lo que piensa la gente para que la gente termine pensando lo que ellos suponen y entonces pueda salir la respuesta final: "¿vieron? la gente piensa eso que dijimos nosotros". La vieja estrategia de todos los días, y entonces apareció esta nueva idea: "la gente fué a los festejos para darle un mensaje a la clase política", leyendo como clase política, fundamentalmente, al Ejecutivo (esto es inevitable, puesto que saben que el Ejecutivo es la cara visible de la política argentina, mas allá de que estos muñecos se la pasen pidiendo un régimen parlamentario).
Lo primero que uno debería preguntarse ante esta idea, venga de quien venga, de los medios o de Chola, la vecina de al lado, es quien tiene la capacidad para psicoanalizar a millones de personas en un par de horas. Porque parece medio difícil adivinar por que fué cada uno. Yo fuí el domingo pasado, recorrí los stands y me mojé hasta las bolas. Y no quise darle ningún mensaje a ninguna clase política, quise disfrutar de la fiesta y por mas que soy recontra ultra oficialista y no tengo que aclararlo, no fui a otra cosa que a eso. No llevé nada que me identificara como oficialista, porque interpreté -recontra ultra oficialista pero mas maduro que Morales Solá- que era una fiesta del pueblo argentino. Y lo sigo sosteniendo, como bien pueden leer hoy y en días anteriores en lo que escribo en el blog. Aún así, unos cuantos salen a interpretarme. Quizá, claro, yo no sea parte de la gente (de bien).
Este pequeño ejemplo demuestra algo que hace tiempo en los blogs (o algunos blogs, al menos) intentamos explicar a nuestro modo: los medios suelen construír verdades que se adaptan como pueden a la realidad, funcionan por tanteo y llegan a un punto en que logran encajar. No sería difícil que mañana todos los opositores (tanto Lapegüe, como Carrió o la vecina Chola) salgan con la idea de que la gente efectivamente fué allí a dar un mensaje de diálogo, consenso y la sarasa. Y así, todos contentos: habrán ganado una discusión que nunca se les planteó desde este lado.
Fuentes:
Imagen
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgm5VI3djssbkmbV7tgz7ebO11JFOzucTEer7dd3ug1hVXvhW37NbktASyIl3XxwCJ0CtE85zEqyKhdsfLQJ6F27K4e6AB78dML9YTd_pHviKL9uunjIccQQuwqFtsN6pjsoEKXFQ10I-Ix/s320/gorila_pensando%5B1%5D.JPG
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Un ejemplo sencillo, aunque no por eso menos contundente, es la actitud camaleónica sucedida en diarios, revistas y televisión en los pocos días desde la inauguración de los festejos del Bicentenario hasta su conclusión y, aún, hasta estos días.
Es fácil ver, haciendo un poquito de memoria -o recurriendo al archivo- como medios y opositores en general ninguneaban los festejos entonces por venir. Recuerdo haber escuchando hace un tiempito a Jorge Asis hablando de que el Bicentenario era una suerte de estafa, porque en realidad lo que debía festejarse era el 9 de julio de 2016 (no es raro que Asis confunda Patria con República). Parece que no le prestaron demasiada atención, ni tampoco a los medios que hablaban de caos vehicular en el centro de la Ciudad de Buenos Aires. Algunos transmitían apatía, otros se irritaban y hablaban de la fiesta del gobierno. Muy pocos le pusieron fichas a los festejos, fuera del propio gobierno y los medios estatales. Sin embargo, fueron tanto el gobierno como los medios del Estado los que en ningún momento pretendieron politizar el fenómeno que se vivió en los días del fin de semana pasado.
A contramano, fueron los medios privados los que en medio buscaron polarizar entre los festejos del Bicentenario y la apuesta de Macri de una fiesta particular del Bicentenario para la gente incluída en la civilización, entre Cristina y el Jefe de Gobierno de la ciudad. Algunos se colgaron de esta idea, entre ellos Joaquín Morales Solá. La polarización fué la segunda etapa luego del desinterés inicial de los medios, como consecuencia de los buenos resultados en términos de popularidad y de buen clima.
Ante el fracaso previsible de la segunda estrategia -no se puede ni se debe comparar las dos fiestas, y en tal caso el resultado era inevitablemente adverso para sus intereses-, los medios recurrieron a una estrategia que casi siempre les funciona: suponer lo que piensa la gente para que la gente termine pensando lo que ellos suponen y entonces pueda salir la respuesta final: "¿vieron? la gente piensa eso que dijimos nosotros". La vieja estrategia de todos los días, y entonces apareció esta nueva idea: "la gente fué a los festejos para darle un mensaje a la clase política", leyendo como clase política, fundamentalmente, al Ejecutivo (esto es inevitable, puesto que saben que el Ejecutivo es la cara visible de la política argentina, mas allá de que estos muñecos se la pasen pidiendo un régimen parlamentario).
Lo primero que uno debería preguntarse ante esta idea, venga de quien venga, de los medios o de Chola, la vecina de al lado, es quien tiene la capacidad para psicoanalizar a millones de personas en un par de horas. Porque parece medio difícil adivinar por que fué cada uno. Yo fuí el domingo pasado, recorrí los stands y me mojé hasta las bolas. Y no quise darle ningún mensaje a ninguna clase política, quise disfrutar de la fiesta y por mas que soy recontra ultra oficialista y no tengo que aclararlo, no fui a otra cosa que a eso. No llevé nada que me identificara como oficialista, porque interpreté -recontra ultra oficialista pero mas maduro que Morales Solá- que era una fiesta del pueblo argentino. Y lo sigo sosteniendo, como bien pueden leer hoy y en días anteriores en lo que escribo en el blog. Aún así, unos cuantos salen a interpretarme. Quizá, claro, yo no sea parte de la gente (de bien).
Este pequeño ejemplo demuestra algo que hace tiempo en los blogs (o algunos blogs, al menos) intentamos explicar a nuestro modo: los medios suelen construír verdades que se adaptan como pueden a la realidad, funcionan por tanteo y llegan a un punto en que logran encajar. No sería difícil que mañana todos los opositores (tanto Lapegüe, como Carrió o la vecina Chola) salgan con la idea de que la gente efectivamente fué allí a dar un mensaje de diálogo, consenso y la sarasa. Y así, todos contentos: habrán ganado una discusión que nunca se les planteó desde este lado.
Fuentes:
Imagen
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgm5VI3djssbkmbV7tgz7ebO11JFOzucTEer7dd3ug1hVXvhW37NbktASyIl3XxwCJ0CtE85zEqyKhdsfLQJ6F27K4e6AB78dML9YTd_pHviKL9uunjIccQQuwqFtsN6pjsoEKXFQ10I-Ix/s320/gorila_pensando%5B1%5D.JPG
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