Dadas las repercusiones del tema Santa Fe (y ciudad de Buenos Aires), me animo a escribir un poco de todo, siempre –como suele decir Aníbal Fernández– con mi verdad relativa.
Y la verdad, a mí lo que más me sorprende es como han logrado anclar el debate político en el microclima de las últimas dos elecciones, esencialmente en el marco de lo que sucedió con el PRO en Santa Fe y la C.A.B.A.
No tengo la menor intención de relativizar la importancia de las elecciones en la provincia de Santa Fe y en la ciudad de Buenos Aires, pero lo que sí me parece que hay que hacer es contextualizarlas, parar un poquito la pelota y discriminar adecuadamente, porque me da la sensación de que la locura triunfalista/derrotista en la que estamos inmersos no nos está dejando ver claramente. Y hay que parar un poco, me ha saturado este trastorno bipolar de pasar de la euforia al llanto con una facilidad increíble.
En primer lugar, ambas, la provincia de Santa Fe y la ciudad de Buenos Aires, son adversas al oficialismo incluso desde los momentos de “perfil bajo” del kirchnerismo. Los números indican que el oficialismo mejoró su performance en la C.A.B.A. respecto a 2007 y lo bajó en Santa Fe respecto al mismo momento (no digo acto porque fueron por separado) eleccionario. Si hacemos un promedio a ojo, las cosas están más o menos como estaban para el oficialismo en ambos casos sumados. Pero estamos perdiendo de vista que el oficialismo viene de un volantazo monumental respecto a su imagen. Y cuando hablo de imagen no hablo de encuestas de valoración de gestión, hablo de cómo se muestra en todo sentido, desde las políticas sociales hasta su presencia en los medios. El oficialismo de 2007 tiene muy poco que ver con el post-125. Es de esperarse que dónde la fallida 125 fue una bandera (Santa Fe es la provincia sojera por excelencia, claro) un tipo como Rossi, que le puso el pecho a ese conflicto, sea al menos una figura controvertida. Y es de esperarse que no gane. ¿Hubiese sido lógico que Rossi ganara, o hubiese sido una sorpresa? Pensemos un poco eso. Pensemos también otra cosa: Rossi ganó la interna del peronismo unido (o algo así) en Santa Fe, no fue puesto a dedo.
En segundo lugar, ¿ganó el PRO? Si de ganar se trata, es interesante contemplar como realmente existe el impacto mediático que algunos niegan rotundamente. No es lo único en política (y afortunadamente), pero la forma que tenemos de pensar la política es mediante la información, y esa información llega por medios. Y esos medios, guste o no, nos condicionan a todos. Se habla de la elección de Miguel Del Sel por encima de cualquier otra cosa, y claro, del despliegue del PRO en la provincia de Santa Fe. Si pensamos en la elección de Del Sel como un potencial 35% del PRO en la provincia a futuro o a nivel elección nacional, entonces claro, estamos ante un fenómeno muy importante y nuevo. Sin embargo: (a) El PRO no tiene candidato a presidente, y el único beneficiario potencial del voto Del Sel, en todo caso, podría ser Duhalde, que si llega al ballotage tiene serias chances de perder las elecciones con cualquiera. (b) El PRO no ganó nada en Santa Fe. Si se mira solamente desde el punto de vista de los resultados, la elección del PRO es floja, las intendencias quedaron en manos del socialismo y el peronismo, y la mayoría legislativa se la queda el oficialismo. El PRO, bien gracias. (c) El voto Del Sel bien puede ser una combinación de efecto mediático y voto bronca contra los dos oficialismos (nacional y provincial). Pasó con De Narváez, por ejemplo, hace dos años. No es una novedad. Si se quiere (y con perdón de la comparación) pasó con Zamora en la época de la anti-política. ¿Cuál ha sido el despliegue de la izquierda en la C.A.B.A.? Me parece que estamos transformando un fenómeno posiblemente transitorio en el ya camino del futuro, y eso es cuando menos apresurado.
Tercero: hay que terminar de una vez con la idea de que los candidatos (en este caso Filmus y Rossi) son los que determinaron pura y exclusivamente que el FPV pierda o que una fuerza pierda. Con perdón, Natanael (Matías), pero disiento cien por ciento con esta idea:
Para nada. Y no es enojo, sino desacuerdo. Todavía ni siquiera sabemos si Cristina va a ganar. Pero si lo hace, va a ser por un conjunto muy complejo de cosas que a cada uno le pegarán diferente. Aun aceptando las características que la hacen una líder carismática, esas mismas características la hacen intragable e insufrible para gran parte de esos mismos tipos y minas que votaron a Del Sel. Y para muchos que apreciamos su carisma y sentimos un cierto afecto por la figura de Cristina Kirchner, es mucho más importante lo que representa políticamente. ¿Qué tienen de carismáticos Mauricio Macri o María Eugenia Vidal? ¿Y Reutemann? ¿Y Scioli? ¿Y Bonfatti? ¿Y Urtubey? ¿Y Fabiana Ríos?
Repito que tenemos que dejar de simplificar porque nos llevan puestos en serio. Lo primero que hay que pensar es que es lo que está pasando y también cuáles son nuestros límites. Y esto es clave, en mi opinión. No hay utilidad de la lectura política si no se sabe que hacer con eso. ¿Vamos acaso a buscar un humorista popular afín al oficialismo para presentarlo en Córdoba como candidato a Gobernador? Y aquí es dónde me detengo en el análisis de Ezequiel, con quien comparto muchas de las ideas, pero no entiendo del todo dónde apuntan estos párrafos:
En general, me parece muy buena la lectura de Ezequiel. Pero la pregunta es… ¿Qué hacemos con esto? Está bien, admitamos que el oficialismo no está interpelando correctamente a un sector de la sociedad. Admitamos que el “neoliberalismo”, al menos en el plano sociocultural, ha dejado una huella que persiste hasta nuestros días diría que casi intacta. La pregunta es, ¿Cómo nos adaptamos a eso? Si la gente quiere a un Del Sel y no a un Rossi, si el problema pasa más por una estética, por un estilo de conducción que por la política misma, ¿Qué hacemos con la política? Del Sel en su discurso recordó que no prometió nada. Admitió en más de una discusión no saber de que se hablaba. El eje del discurso PRO, tanto en Macri como en Del Sel, es el desconocimiento absoluto de la política, es el voluntarismo y la buena onda. Detrás pueden estar la represión o el ajuste, incluso la corrupción o la subejecución, pero todo eso va en el paquete del voluntarismo como comentario de vecino, claro, Macri dice las cosas como un vecino indignado y claramente llega, es cierto, a un sector de la sociedad. Tanto que hasta logró que los ricos y distantes sean los Kirchner y el ser un simple pibe de barrio que se abraza con la vecina. Muy bien. ¿Qué hacemos con eso? Porque, y como dije al principio, en el título, me parece que el límite es la política. Y no hablo de derecha o de izquierda, de peronistas o gorilas. Hablo de la política, de las responsabilidades que implican hacer política, de la política como fenómeno transformador y como eje de la convivencia en una sociedad igualitaria, ordenada, próspera, pujante y demás adjetivos que todos vamos a firmar. Es cierto, todos (decimos que) queremos desarrollo, trabajo, paz, bienestar social. Pero esas cosas alguien las tiene que transformar en realidad. ¿Hasta dónde ceder para ganar elecciones, ante el proceso neoliberal de aniquilamiento y desprestigio de la política? ¿Acaso no estábamos contentos, no mucho tiempo atrás, de que el kirchnerismo trajo el debate político a la mesa nuevamente? ¿Acaso no se vino a deshacer el largo proceso de despolitización ’76-2001? ¿Hay que aceptar que no se puede luchar contra el legado del neoliberalismo? ¿Es suficiente con estas dos elecciones para decretar el nuevo fin de la política (ya no digo de las ideologías) y el devenir de una era de apatía, desconfianza e individualismo?
Y, reitero, no se trata de ideologías –que ya casi suena a pecado–, se trata de otras cuestiones. Ezequiel menciona el caso de Scioli en el oficialismo, punto en el que tampoco coincido si se quiere vincular a los últimos acontecimientos:
A mi entender, la diferencia del voto Macri o Del Sel, el voto Scioli es aún un voto con un importante contenido político. En primer lugar, Scioli es un hombre de la política de hace años. Se formó políticamente en los ’90, fue funcionario y llegó a la vicepresidencia, para luego, recién en 2007, convertirse en Gobernador de la provincia de Buenos Aires. Hizo una carrera política, no es un paracaidista que llegó a la gobernación, y su intención de voto siempre estuvo acoplada a la intención de voto a presidente de Néstor o Cristina Kirchner. A ver: no hablamos de una racionalización del voto estilo Carta Abierta, ni me interesa, sino de una responsabilidad del voto, de la comprensión del sentido político del voto. Uno vota por diversos motivos. Esos motivos pueden ser también el individualismo, o las utopías, las ideologías o el pragmatismo. Pero todas esas variables diversas son parte de una misma cosa: la política. El individualismo o el pragmatismo también son política. El liberalismo es política. Votar a Menem en 1995 era política, era votar un proyecto nacional claramente encaminado. El problema es cuando se vota para aniquilar la política, en contra de, para destruir determinado curso de la política. Todos tenemos ciertos principios básicos, calculo, por eso nos interesa la política. Es muy difícil suscribir al camino del facilismo y del voluntarismo que expresa esta elección del PRO en Santa Fe, aun si ese es el camino del futuro y lo que la gente realmente quiere: ¿Qué hacía Del Sel si ganaba? ¿El PRO la sacó barata perdiendo la elección? Y aun mas ¿Perdió realmente el discurso político ideologizado en Santa Fe si el 60% votó contra el discurso apolítico del PRO?
Entonces, en resumen, la pregunta es si realmente hay un cambio de paradigma tan grande, y que hacer con el cambio de paradigma, de haberlo. En definitiva, hacia dónde hay que correrse exactamente. Y si estamos dispuestos a corrernos hasta ahí. Y si nos corremos hasta ahí, que va a quedar de nosotros. Porque es cierto, el cambio es necesario y uno debe adaptarse a los tiempos que le tocan. Pero en política hay lugares que ocupan unos y lugares que ocupan otros. Y disputar ciertos espacios con otros es lógico, y está bien. Pero el punto es no transformarse en el otro, porque en tal caso habrá que buscarle un sentido a ser uno mismo en medio del papel picado.
Fuentes:
Imagen
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Con una Ele
http://ezequielmeler.wordpress.com/2011/07/25/con-el-diario-del-lunes/
Emo Peronista
http://natanael.blogspot.com/2011/07/vida-simple.html
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Y la verdad, a mí lo que más me sorprende es como han logrado anclar el debate político en el microclima de las últimas dos elecciones, esencialmente en el marco de lo que sucedió con el PRO en Santa Fe y la C.A.B.A.
No tengo la menor intención de relativizar la importancia de las elecciones en la provincia de Santa Fe y en la ciudad de Buenos Aires, pero lo que sí me parece que hay que hacer es contextualizarlas, parar un poquito la pelota y discriminar adecuadamente, porque me da la sensación de que la locura triunfalista/derrotista en la que estamos inmersos no nos está dejando ver claramente. Y hay que parar un poco, me ha saturado este trastorno bipolar de pasar de la euforia al llanto con una facilidad increíble.
En primer lugar, ambas, la provincia de Santa Fe y la ciudad de Buenos Aires, son adversas al oficialismo incluso desde los momentos de “perfil bajo” del kirchnerismo. Los números indican que el oficialismo mejoró su performance en la C.A.B.A. respecto a 2007 y lo bajó en Santa Fe respecto al mismo momento (no digo acto porque fueron por separado) eleccionario. Si hacemos un promedio a ojo, las cosas están más o menos como estaban para el oficialismo en ambos casos sumados. Pero estamos perdiendo de vista que el oficialismo viene de un volantazo monumental respecto a su imagen. Y cuando hablo de imagen no hablo de encuestas de valoración de gestión, hablo de cómo se muestra en todo sentido, desde las políticas sociales hasta su presencia en los medios. El oficialismo de 2007 tiene muy poco que ver con el post-125. Es de esperarse que dónde la fallida 125 fue una bandera (Santa Fe es la provincia sojera por excelencia, claro) un tipo como Rossi, que le puso el pecho a ese conflicto, sea al menos una figura controvertida. Y es de esperarse que no gane. ¿Hubiese sido lógico que Rossi ganara, o hubiese sido una sorpresa? Pensemos un poco eso. Pensemos también otra cosa: Rossi ganó la interna del peronismo unido (o algo así) en Santa Fe, no fue puesto a dedo.
En segundo lugar, ¿ganó el PRO? Si de ganar se trata, es interesante contemplar como realmente existe el impacto mediático que algunos niegan rotundamente. No es lo único en política (y afortunadamente), pero la forma que tenemos de pensar la política es mediante la información, y esa información llega por medios. Y esos medios, guste o no, nos condicionan a todos. Se habla de la elección de Miguel Del Sel por encima de cualquier otra cosa, y claro, del despliegue del PRO en la provincia de Santa Fe. Si pensamos en la elección de Del Sel como un potencial 35% del PRO en la provincia a futuro o a nivel elección nacional, entonces claro, estamos ante un fenómeno muy importante y nuevo. Sin embargo: (a) El PRO no tiene candidato a presidente, y el único beneficiario potencial del voto Del Sel, en todo caso, podría ser Duhalde, que si llega al ballotage tiene serias chances de perder las elecciones con cualquiera. (b) El PRO no ganó nada en Santa Fe. Si se mira solamente desde el punto de vista de los resultados, la elección del PRO es floja, las intendencias quedaron en manos del socialismo y el peronismo, y la mayoría legislativa se la queda el oficialismo. El PRO, bien gracias. (c) El voto Del Sel bien puede ser una combinación de efecto mediático y voto bronca contra los dos oficialismos (nacional y provincial). Pasó con De Narváez, por ejemplo, hace dos años. No es una novedad. Si se quiere (y con perdón de la comparación) pasó con Zamora en la época de la anti-política. ¿Cuál ha sido el despliegue de la izquierda en la C.A.B.A.? Me parece que estamos transformando un fenómeno posiblemente transitorio en el ya camino del futuro, y eso es cuando menos apresurado.
Tercero: hay que terminar de una vez con la idea de que los candidatos (en este caso Filmus y Rossi) son los que determinaron pura y exclusivamente que el FPV pierda o que una fuerza pierda. Con perdón, Natanael (Matías), pero disiento cien por ciento con esta idea:
“Cristina va a ganar en primera vuelta en las presidenciales porque es un producto maravilloso, no por cómo piensa, por su ideología, sino porque es una mujer desenvuelta, inteligente, rápida, graciosa, emotiva, capaz, valiente, política. Todo esto sin contar la raíces melodramáticas que encarna su maravillosa personalidad.
Lo popular.
Cristina va a ganar porque es popular. No por lo que desde el microclima se cree que se generó para ganar. Va a ganar porque conmueve a la gente.
Cristina, ese ser maravillloso, va a ganar las elecciones porque es una mujer entera, didáctica, generosa, no por los juicios a los genocidas, la matriz industrialista, una política inclusiva, la ley de medios. Va a ganar por eso que los analistas no le piensan.”
Para nada. Y no es enojo, sino desacuerdo. Todavía ni siquiera sabemos si Cristina va a ganar. Pero si lo hace, va a ser por un conjunto muy complejo de cosas que a cada uno le pegarán diferente. Aun aceptando las características que la hacen una líder carismática, esas mismas características la hacen intragable e insufrible para gran parte de esos mismos tipos y minas que votaron a Del Sel. Y para muchos que apreciamos su carisma y sentimos un cierto afecto por la figura de Cristina Kirchner, es mucho más importante lo que representa políticamente. ¿Qué tienen de carismáticos Mauricio Macri o María Eugenia Vidal? ¿Y Reutemann? ¿Y Scioli? ¿Y Bonfatti? ¿Y Urtubey? ¿Y Fabiana Ríos?
Repito que tenemos que dejar de simplificar porque nos llevan puestos en serio. Lo primero que hay que pensar es que es lo que está pasando y también cuáles son nuestros límites. Y esto es clave, en mi opinión. No hay utilidad de la lectura política si no se sabe que hacer con eso. ¿Vamos acaso a buscar un humorista popular afín al oficialismo para presentarlo en Córdoba como candidato a Gobernador? Y aquí es dónde me detengo en el análisis de Ezequiel, con quien comparto muchas de las ideas, pero no entiendo del todo dónde apuntan estos párrafos:
“Hace tiempo dije que el kirchnerismo en tanto propuesta nacional, no construía réplicas adecuadas de base territorial en los distritos, algo que relacioné con su insuficiente política social antes de la AUH, y que hoy me parece más ligado al propio estilo de conducción. Porque el problema con el kirchnerismo es que, o te convence, o sonamos, sos opositor. No hay rangos intermedios, ni representación para ellos. No hay margen ni espacio para algo que no sea la réplica de las expectativas desde arriba, la reconstrucción de la sociedad salarizada y desarrollista de los años sesenta y setenta, con su peculiar estilo de politización de masas.
Y el problema es que, evidentemente, estamos viviendo tiempos muy distintos. Diré la obviedad del caso, pero los diez años y monedas de Menem, los de de La Rúa, no pasaron en vano, ni en el plano estructural ni en el plano de la cultura política. Hoy tenemos amplios sectores sociales que no pueden interesarse menos por las querellas ideológicas y los estilos políticos que propugnamos. Mayorías no tan silenciosas, que reclaman cosas elementales con un empirismo notable.
No están cooptados por los medios, aunque a veces éstos los reflejan mejor que quienes aspiran a ser sus referencias políticas. No les falta cultura ni conciencia política: tienen la que ha desarrollado el país, que se explica por el devenir, no sólo local, sino del mundo entero en estos últimos treinta años. Somos nosotros los que a veces atrasamos un poco, me parece, a la hora de interpelarlos.”
En general, me parece muy buena la lectura de Ezequiel. Pero la pregunta es… ¿Qué hacemos con esto? Está bien, admitamos que el oficialismo no está interpelando correctamente a un sector de la sociedad. Admitamos que el “neoliberalismo”, al menos en el plano sociocultural, ha dejado una huella que persiste hasta nuestros días diría que casi intacta. La pregunta es, ¿Cómo nos adaptamos a eso? Si la gente quiere a un Del Sel y no a un Rossi, si el problema pasa más por una estética, por un estilo de conducción que por la política misma, ¿Qué hacemos con la política? Del Sel en su discurso recordó que no prometió nada. Admitió en más de una discusión no saber de que se hablaba. El eje del discurso PRO, tanto en Macri como en Del Sel, es el desconocimiento absoluto de la política, es el voluntarismo y la buena onda. Detrás pueden estar la represión o el ajuste, incluso la corrupción o la subejecución, pero todo eso va en el paquete del voluntarismo como comentario de vecino, claro, Macri dice las cosas como un vecino indignado y claramente llega, es cierto, a un sector de la sociedad. Tanto que hasta logró que los ricos y distantes sean los Kirchner y el ser un simple pibe de barrio que se abraza con la vecina. Muy bien. ¿Qué hacemos con eso? Porque, y como dije al principio, en el título, me parece que el límite es la política. Y no hablo de derecha o de izquierda, de peronistas o gorilas. Hablo de la política, de las responsabilidades que implican hacer política, de la política como fenómeno transformador y como eje de la convivencia en una sociedad igualitaria, ordenada, próspera, pujante y demás adjetivos que todos vamos a firmar. Es cierto, todos (decimos que) queremos desarrollo, trabajo, paz, bienestar social. Pero esas cosas alguien las tiene que transformar en realidad. ¿Hasta dónde ceder para ganar elecciones, ante el proceso neoliberal de aniquilamiento y desprestigio de la política? ¿Acaso no estábamos contentos, no mucho tiempo atrás, de que el kirchnerismo trajo el debate político a la mesa nuevamente? ¿Acaso no se vino a deshacer el largo proceso de despolitización ’76-2001? ¿Hay que aceptar que no se puede luchar contra el legado del neoliberalismo? ¿Es suficiente con estas dos elecciones para decretar el nuevo fin de la política (ya no digo de las ideologías) y el devenir de una era de apatía, desconfianza e individualismo?
Y, reitero, no se trata de ideologías –que ya casi suena a pecado–, se trata de otras cuestiones. Ezequiel menciona el caso de Scioli en el oficialismo, punto en el que tampoco coincido si se quiere vincular a los últimos acontecimientos:
“Los climas preelectorales en general responden a la lógica de las intensas minorías militantes. Los climas postelectorales, por eso mismo, suelen responder mejor a la aplastante opinión de las mayorías indiferentes, que no eligieron ni comparten la vocación por la política que nosotros podemos tener, y no están interesadas en nuestras pequeñas racionalizaciones de lo que pasa. Esto no sólo es así en la oposición: es así también en el oficialismo. Piénsese en la intención de voto de Daniel Scioli y se tendrá una contrapartida kirchnerista de lo que estamos señalando.”
A mi entender, la diferencia del voto Macri o Del Sel, el voto Scioli es aún un voto con un importante contenido político. En primer lugar, Scioli es un hombre de la política de hace años. Se formó políticamente en los ’90, fue funcionario y llegó a la vicepresidencia, para luego, recién en 2007, convertirse en Gobernador de la provincia de Buenos Aires. Hizo una carrera política, no es un paracaidista que llegó a la gobernación, y su intención de voto siempre estuvo acoplada a la intención de voto a presidente de Néstor o Cristina Kirchner. A ver: no hablamos de una racionalización del voto estilo Carta Abierta, ni me interesa, sino de una responsabilidad del voto, de la comprensión del sentido político del voto. Uno vota por diversos motivos. Esos motivos pueden ser también el individualismo, o las utopías, las ideologías o el pragmatismo. Pero todas esas variables diversas son parte de una misma cosa: la política. El individualismo o el pragmatismo también son política. El liberalismo es política. Votar a Menem en 1995 era política, era votar un proyecto nacional claramente encaminado. El problema es cuando se vota para aniquilar la política, en contra de, para destruir determinado curso de la política. Todos tenemos ciertos principios básicos, calculo, por eso nos interesa la política. Es muy difícil suscribir al camino del facilismo y del voluntarismo que expresa esta elección del PRO en Santa Fe, aun si ese es el camino del futuro y lo que la gente realmente quiere: ¿Qué hacía Del Sel si ganaba? ¿El PRO la sacó barata perdiendo la elección? Y aun mas ¿Perdió realmente el discurso político ideologizado en Santa Fe si el 60% votó contra el discurso apolítico del PRO?
Entonces, en resumen, la pregunta es si realmente hay un cambio de paradigma tan grande, y que hacer con el cambio de paradigma, de haberlo. En definitiva, hacia dónde hay que correrse exactamente. Y si estamos dispuestos a corrernos hasta ahí. Y si nos corremos hasta ahí, que va a quedar de nosotros. Porque es cierto, el cambio es necesario y uno debe adaptarse a los tiempos que le tocan. Pero en política hay lugares que ocupan unos y lugares que ocupan otros. Y disputar ciertos espacios con otros es lógico, y está bien. Pero el punto es no transformarse en el otro, porque en tal caso habrá que buscarle un sentido a ser uno mismo en medio del papel picado.
Fuentes:
Imagen
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJ7P90W945AMr6c-BXsAn0weC9aKLZD0AiHa2wLN36y5j6oa4APnwc7gako7ph_8oSbGHGfj5w5LEtWet6tav7bAVh6a9tVmtigTMHLe16_faG6HKAfr3CHq4PYvyL3RZ-WiHVRRiwEr32/s1600/papelitos.jpg
Con una Ele
http://ezequielmeler.wordpress.com/2011/07/25/con-el-diario-del-lunes/
Emo Peronista
http://natanael.blogspot.com/2011/07/vida-simple.html
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