La
verdad que no sabía si escribir algo al respecto, pero me parece que vale la
pena que haga algunas anotaciones sobre cosas que vi hoy y que me llevan a
reflexionar sobre algunos puntos o ítems que surgen de lo visto. Por supuesto,
algunos podrán estar de acuerdo con lo que digo, otros no, y está bien.
Primero:
Tal y como varios, como
Gerardo Fernandez por ejemplo, han advertido, ésta protesta es básica y
fundamentalmente una manifestación de crisis de representatividad de parte de
la población argentina. El resultado de las elecciones fue insatisfactorio en
muchos sentidos para el sector opositor del pueblo argentino: realmente había
personas convencidas de que el año pasado el oficialismo ni siquiera superaba
el techo del 30% y que era inminente la desaparición del kirchnerismo. Eso no
fue así, pero para colmo de males el resultado de las elecciones fue calamitoso
para la oposición. Los votos opositores sufrieron una gran fragmentación y no
surgió una figura opositora fuerte ni una agrupación política fuerte que pueda
representar a las personas descontentas con el gobierno.
El
problema de ésta marcha o protesta es que no puede tener resultados positivos
porque requiere una refundación de los partidos políticos que la reforma
política no puede hacer por sí sola. Y que la dirigencia opositora no está
dispuesta a promover ni el sector de la población que protestó está dispuesto a
pedir explícitamente ni mucho menos participar en forma directa en esa reforma
(léase: militando). La fragmentación es cada vez mayor, se arman monobloques,
los que se juntan penden de un hilo y da la sensación de que en poco tiempo
estarán peleados, etc, etc. A río revuelto, ganancia del oficialismo, que mal o
bien tiene una cierta estructura que lo contiene. Digamos que, en el peor de
los casos, es algo así como el año 1999, con la diferencia de que ya nadie va a
votar a una Alianza, casi seguro. Y que la pobreza y la desocupación son temas
que no están en la agenda opositora porque han mejorado sustancialmente, a
pesar de aún estar lejos de lo óptimo.
Segundo:
Además de un indicador de la crisis de representatividad, el cacerolazo es,
también una expresión de descontento con la democracia y específicamente con la
continuidad de éste gobierno. Algunos manifestarán que no quieren la discontinuidad y podrán ser más o menos sinceros. Pero cuándo esas personas
dicen, simultáneamente, que no esperan demasiado del gobierno o directamente nada,
entonces quedan dos respuestas: o no saben por que fueron, o no quieren que el
gobierno continúe. Ir a reclamar por algo que se cree que no será escuchado es
una pérdida de tiempo. Eso no quiere decir que el gobierno sufra el más mínimo
riesgo de ser destituido por esto o algo por el estilo. Tranquilos, que no pasa
nada. Tampoco es un espejo de que la sociedad se haya vuelto mas opositora que
en octubre de 2012, ya había varios millones de personas sólo en la CABA y el
GBA que pudieron estar hoy en el obelisco que habían dicho que no al gobierno.
Puede haber algunos nuevos opositores, pero también puede haber algunos nuevos
oficialistas, eso no lo sabemos con certeza y difícilmente lo sepamos hasta, al
menos, fines de 2013.
Tercero:
Comparado con el verano de 2008, esto es un juego de niños. Y, además, las
cartas están echadas y cada uno sabe quien es cada quien. La confusión es menor
que entonces, cuándo inclusive el gobierno se estaba desayunando que Clarín
pasaba a ser un conglomerado de medios opositores. Hoy las posiciones políticas
son más claras y definidas, para desgracia de muchos, especialmente de la
prensa y algunos dirigentes políticos que prefieren la neutralidad como
bandera.
Cuarto:
La Argentina tiende al tripartidismo y la oposición, si sabe leer el cacerolazo
de hoy, tiene que acelerar los trámites para que esto pase. El oficialismo
tiene algo más o menos armado, con una base electoral de un 30% aproximadamente
que parece bastante estable y que alguien va a querer capitalizar. La oposición tiene el
dilema (entre tantos dilemas) de que en Argentina los ejes son al menos dos, y
tenemos cuatro cuadrantes básicos que combinan peronismo y antiperonismo con
izquierdas y derechas. Si bien muchos postulan (a mi juicio, con buen tino) que
el eje peronismo-antiperonismo es más fuerte que el de izquierda-derecha, el
punto es que éste último eje también juega en la política nacional: Binner
nunca se va a aliar con Macri, porque a diferencia del voto realmente
socialista o marxista, el voto progresista en Argentina no es despreciable o
marginal. Y dado que el ala menos progresista del peronismo está fuera del
partido peronista gobernante, es natural que al menos tengamos tres facciones:
el oficialismo como peronismo progresista, un partido opositor de
centro-derecha aliado a los sectores peronistas no kirchneristas y un partido
progresista pero sin componente peronista y de base socialista-radical, como
sería el FAP+UCR. Es casi seguro que el futuro nos depara algo por el estilo.
Si habrá cambio de manos de la identidad política del gobierno, es decir, si
ganará el oficialismo o la oposición, eso depende mucho de cómo jueguen los
oficialistas que miden bien como Scioli o Massa. La oposición tiene muy poco
para jugar, apenas Binner y Macri que, al día de hoy, no parece que vayan a
despegar en tres años y que van a tener muchos problemas para proyectarse como
presidenciables en tanto casi todas las provincias están gobernadas por
gobernadores oficialistas o afines y éstos (es decir, el PRO y el socialismo)
carecen de estructuras incluso en el propio GBA, dónde se ganar es casi ganar
una elección nacional.
Quinto:
Vi 6-7-8, luego de bastante tiempo. No quería verlo, porque me parecía
realmente en vano cubrir una protesta en la que más o menos ya se conocen las
consignas y mucho mas en vano, y hasta desubicado, mandar a periodistas
sabiendo que la gente que está ahí no destila paz y amor precisamente. Pero lo
vi. No obstante, me sorprendió por momentos la capacidad de discusión pacífica
que tuvieron en ese contexto tan espeso algunas personas de la propia protesta
con la periodista, que hizo lo que pudo –y bastante bien- en un lugar muy
incómodo e, insisto, innecesario. También hubo energúmenos, era inevitable. Lo
evitable era ir. Si estuvieron bien o mal en hacerlo, es difícil sacar una
conclusión que no sea injusta, dado que decir que estuvieron mal también
invalidaría a todos aquellos que expresaron sus inconformidades e incluso
justos reclamos, y hasta pedían que los medios oficialistas vayan a cubrir su
protesta.
En
fin. Espero vuestras impresiones sobre el asunto…