Hoy lei una nota levantada por el blog Nestornautas,
a quienes les agradezco las sonrisas que me arrancaron, por cierto. La
nota le corresponde a Luis Majul a quien, en principio, deberíamos
considerar un periodista, prueba ésta acaso de el abismo en el que ha
caido la profesión desde hace ya unos cuantos años, bastante antes del
kirchnerismo inclusive.
El análisis de la nota permite identificar una serie
de problemas, que no son exclusivos de Majul, pero que claramente se
ven acentuados en sus notas periodísticas (auto-sic) por sus evidentes
limitaciones a la hora de componer. Obviando las tantas contradicciones,
errores y pobreza argumentativa en general de Luis Majul vertidos en
éste corto texto -cita a Noriega como un intelectual y como germen de su
argumentación, no necesito agregar demasiado- quiero destacar algunos
que me parece que no son menores:
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1. El primer problema es que el periodismo independiente
no existe. Y en ésta nota de Majul se ve con claridad, con suma nitidez.
El periodista, de nuevo, asumiendo que merece tal denominación, toma
abiertamente partido por un grupo de dirigentes, habla de vencer a un
gobierno, arenga a esa oposición a formar una coalición para vencerlo.
Claro, la trampa es que el periodista se va a escudar en que no toma
ningún partido por nadie, la estrategia del NS/NC cacerolero, lo cual es
discutible porque lo hace por la contraria. Pero, aún así, ¿y si esa
coalición Todoscontracristina se formara? ¿no habría el "periodista"
hecho proselitismo político en favor de uno de los dos bandos políticos?
¿que clase de "periodismo independiente" es ese?
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2. El segundo problema visible es el exceso de
adjetivación y de subjetividades por encima de la objetividad, y sobre
todas las cosas de simplificación infantil del caso, una enfermedad
propia del periodismo argentino que está mal acostumbrado a ser juez y
parte y que todo se resuelva en cinco minutos según su capricho. El
periodista, en lineas generales, concentra el mal absoluto en el
oficialismo. Obvia burdamente la complejidad de la política, porque aún
siendo cierto el mal puramente oficialista, la oposición está compuesta
en forma muy heterogénea, incluso por ex-funcionarios de éste
oficialismo que defendieron iniciativas oficialistas durante el período
que el dueto Majul-Noriega identifican como el mal encarnado (y no
"reencarnado", como escribe este señor, haciendo gala de su ignorancia
perpetua). Y todo eso obviando que los gobiernos de Alfonsín, Menem, De
la Rúa y Duhalde no estuvieron compuestos de "males menores" ni de
carmelitas descalzas, precisamente. Quizá sí de funcionarias
semidesnudas, pero eso es otra cuestión.
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3. El tercer problema es que Majul está obsesionado con
la figura de Elisa Carrió, y la cuestión con ésto es que Carrió no tiene
representación política real. Es decir, Carrió es un personaje de
ficción dentro de la política, algo así como el hombre de la bolsa,
sirve para asustar a los pibes pero no puede materializar absolutamente
nada de lo que fabula. En definitiva, Majul suscribe a lo que dejó en
offside a la oposición la semana pasada, toma a Elisa Carrió como la
contracara del oficialismo y de esa manera le deja el terreno político
al oficialismo, porque Carrió no existe fuera de la TV o los medios
impresos, su caudal político es menor que el de la izquierda trotskista
que, en Argentina, siempre fué el fondo de la tabla en materia
electoral. En otras palabras, lo que hace es algo así como llamar a un
técnico que se acaba de ir a la B para ver si puede pelear el
campeonato. Y, para colmo, la toma como ejemplo de moralidad pero llama a
ser un poco inmorales -como, supone, nosotros los peronistas
kirchneristas- repitiendo, en definitiva, la fórmula del ingenuo: se
juntan todos y le ganan al oficialismo. ¿Para qué? ¿Con qué objetivo
además de vencer al oficialismo? ¿Es posible eso acaso? ¿Qué perfil
tomaría el nuevo gobierno de coalición? ¿Se va a eliminar la corrupción y
el mal "reencarnado" para siempre con esa fórmula? En éste último
punto, específicamente, el pasado indica que no, y la razón también.
Pero, claro, todo tiene que ser poquito y sencillito: copiemos a
Capriles, ¡esa es la fórmula!
En fin. Así les fué, como dice él. Así les va a ir, de hecho.
En fin. Así les fué, como dice él. Así les va a ir, de hecho.