martes, 30 de abril de 2013

Los problemas de Majul

Hoy lei una nota levantada por el blog Nestornautas, a quienes les agradezco las sonrisas que me arrancaron, por cierto. La nota le corresponde a Luis Majul a quien, en principio, deberíamos considerar un periodista, prueba ésta acaso de el abismo en el que ha caido la profesión desde hace ya unos cuantos años, bastante antes del kirchnerismo inclusive.

El análisis de la nota permite identificar una serie de problemas, que no son exclusivos de Majul, pero que claramente se ven acentuados en sus notas periodísticas (auto-sic) por sus evidentes limitaciones a la hora de componer. Obviando las tantas contradicciones, errores y pobreza argumentativa en general de Luis Majul vertidos en éste corto texto -cita a Noriega como un intelectual y como germen de su argumentación, no necesito agregar demasiado- quiero destacar algunos que me parece que no son menores:
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1. El primer problema es que el periodismo independiente no existe. Y en ésta nota de Majul se ve con claridad, con suma nitidez. El periodista, de nuevo, asumiendo que merece tal denominación, toma abiertamente partido por un grupo de dirigentes, habla de vencer a un gobierno, arenga a esa oposición a formar una coalición para vencerlo. Claro, la trampa es que el periodista se va a escudar en que no toma ningún partido por nadie, la estrategia del NS/NC cacerolero, lo cual es discutible porque lo hace por la contraria. Pero, aún así, ¿y si esa coalición Todoscontracristina se formara? ¿no habría el "periodista" hecho proselitismo político en favor de uno de los dos bandos políticos? ¿que clase de "periodismo independiente" es ese?
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2. El segundo problema visible es el exceso de adjetivación y de subjetividades por encima de la objetividad, y sobre todas las cosas de simplificación infantil del caso, una enfermedad propia del periodismo argentino que está mal acostumbrado a ser juez y parte y que todo se resuelva en cinco minutos según su capricho. El periodista, en lineas generales, concentra el mal absoluto en el oficialismo. Obvia burdamente la complejidad de la política, porque aún siendo cierto el mal puramente oficialista, la oposición está compuesta en forma muy heterogénea, incluso por ex-funcionarios de éste oficialismo que defendieron iniciativas oficialistas durante el período que el dueto Majul-Noriega identifican como el mal encarnado (y no "reencarnado", como escribe este señor, haciendo gala de su ignorancia perpetua). Y todo eso obviando que los gobiernos de Alfonsín, Menem, De la Rúa y Duhalde no estuvieron compuestos de "males menores" ni de carmelitas descalzas, precisamente. Quizá sí de funcionarias semidesnudas, pero eso es otra cuestión.
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3. El tercer problema es que Majul está obsesionado con la figura de Elisa Carrió, y la cuestión con ésto es que Carrió no tiene representación política real. Es decir, Carrió es un personaje de ficción dentro de la política, algo así como el hombre de la bolsa, sirve para asustar a los pibes pero no puede materializar absolutamente nada de lo que fabula. En definitiva, Majul suscribe a lo que dejó en offside a la oposición la semana pasada, toma a Elisa Carrió como la contracara del oficialismo y de esa manera le deja el terreno político al oficialismo, porque Carrió no existe fuera de la TV o los medios impresos, su caudal político es menor que el de la izquierda trotskista que, en Argentina, siempre fué el fondo de la tabla en materia electoral. En otras palabras, lo que hace es algo así como llamar a un técnico que se acaba de ir a la B para ver si puede pelear el campeonato. Y, para colmo, la toma como ejemplo de moralidad pero llama a ser un poco inmorales -como, supone, nosotros los peronistas kirchneristas- repitiendo, en definitiva, la fórmula del ingenuo: se juntan todos y le ganan al oficialismo. ¿Para qué? ¿Con qué objetivo además de vencer al oficialismo? ¿Es posible eso acaso? ¿Qué perfil tomaría el nuevo gobierno de coalición? ¿Se va a eliminar la corrupción y el mal "reencarnado" para siempre con esa fórmula? En éste último punto, específicamente, el pasado indica que no, y la razón también. Pero, claro, todo tiene que ser poquito y sencillito: copiemos a Capriles, ¡esa es la fórmula!

En fin. Así les fué, como dice él. Así les va a ir, de hecho.