Si se pierde va a ser doloroso. Vos sabés que va a ser doloroso. Y pienso que va a ser doloroso porque nos va a faltar probar el néctar de la venganza. Sí, de la venganza, porque somos resentidos, porque somos vengativos. Porque como dice D'Elía los odiamos, por eso... por eso queremos vengarnos, por eso queremos cobrar algo de revancha de esa noche.
Porque esa noche fue una mierda. Porque esa noche, que después mutó en trasnoche y en madrugada, en la que el vicepresidente dijo... dijo lo que dijo, que votaba en contra del proyecto que había defendido o que había dicho que defendía, y al que se había sumado, fué durísima. Todavía me acuerdo. Mientras pienso todo esto estoy acostado, en la misma cama en que estaba aquella noche. Y me acuerdo del silencio. Del silencio, de las voces pausadas, separadas por un tiempo largo, interminable como un camino de brasas de acá hasta la luna. O al Sol. De la discusión y de la tensión. Especialmente de la tensión. Esa tensión que uno siente cuándo le pasan cosas que le cambian la historia. Y ese dia cambió la historia para mí. Ese día en el que se cometió la injusticia mas atroz de los últimos años en la política -al menos de mí política, la que mas duro me pegó con 27 años a cuestas-. Realmente me cambió la vida. En el sentido político, por supuesto, y en todos los sentidos si se quiere, porque en la vida todo suele impactar sobre el resto de las cosas. E impacta sobre las relaciones después, sobre un montón de aspectos. Quizá por eso la sentí tan atroz, como cuándo llega la adolescencia o cuándo se va.
De ese día, y esa noche fatídica, me acuerdo de la tensión y de las esperanzas, cada vez mas chicas, cada vez mas próximas a consumirse, de que el tipo que transpiraba y dudaba adelante del microfono dijera que, en realidad... en realidad era todo un poco de sobreactuación para los medios, pero que el acompañaba el proyecto por el cuál había sido electo. Que sacara de la galera una respuesta que nos dejara tranquilos, que nos estuviese engañando y, juguetón, estuviese dándole un marco, un clima a la decisión histórica de que la Sociedad Rural un día tuviera que bajar los brazos y apretar los dientes. Y dijo que no. O eso quiso decir. Y uno, a medida que pasaban los segundos antes de la púñalada fatal se daba cuenta de que eso era mas y mas probable.
Y si, la verdad que eso me rompió las pelotas, es la verdad. Porque, mas allá de la discusión, o de los mil millones de dólares -que en mi perra vida voy a ver-, o de los puntos de retenciones, habían ganado los medios, había ganado la opinión formada, había ganado la falta de análisis, había ganado la brutalidad, había ganado el desabastecimiento, había ganado Biolcatti y había ganado De Angeli, pero también había ganado Mirtha Legrand... había ganado, especialmente, la gran fábrica de opinión. Había ganado el relato impuesto, de (y en) un sector importante de la sociedad argentina, de que había razones para defender a poderosos, para burlarse y ultrajar al gobierno, al voto popular, a los militantes y trabajadores, pobres o de clase media incluso, que habían llenado las plazas para apoyar y bancar, para hacer el aguante a un gobierno en el que guardaba y guarda, aún, las eternas esperanzas de seguir siendo parte, de dejar de ser de una buena vez un número abstracto en los análisis de Grondona o Morales Solá, o el economista de turno.
Veo como una postal el día siguiente, me veo teniendo que tragar saliva cuándo un amigo de mi viejo me dijo "Je, ¿viste como les rompimos el orto?" pensando tóntamente que yo me sumaría a su festejo, pensando que, de algún modo, el pueblo realmente había ganado algo. Me dolía mas pensar en la sonrisa del poder sin rostro y sin banderas, espontánea y socarrona ante las palabras de él, que tener que fingir una sonrisa amarga y mal articulada para ocultar mis ganas de mandarlo al carajo y gritar que estaba realmente muy triste aquel día. Será por eso, quizá, que recuerdo vívamente algunos momentos de ese día, algunos colores y algunas imágenes, luces y sombras, cosas que quedaron grabadas.
Me jodía porque era injusto, porque creí y creo que no era lo que tenía que ser. Y por eso si perdemos va a ser una mierda y por eso si perdemos va a doler.
Si perdemos las elecciones va a ser doloroso, porque nos habrán derrotado de nuevo, porque no habrá revancha, porque triunfará Clarín, porque todo lo que dijimos y todo lo que tratamos de hacer para que los demás nos entiendan posiblemente habrá sido en vano. Y cuándo uno fracasa en su empresa no puede dejar de sentir cierta tristeza.
Pero también será una oportunidad, y tambien es una oportunidad. Porque, después de todo, el mal nos trajo un bien. Algunos dicen que no hay mal que por bien no venga. Y bueno, éste podría ser el caso. Ese mal nos trajo como bendición saber de que lado no tenemos que estar, lograr una identificación, estar identificados con un proyecto y con un conjunto de ideas.
Claro, siempre vamos a tener diferencias. Pero sabemos que, en general, estamos de acuerdo en un conjunto de ideas y proyectos, de como deberían ser las cosas para estar bien. Y eso, habernos identificado y habernos podido agrupar y entendernos y construír algo entre todos, haber participado de algo que empezó y que seguramente va a prosperar y va a crecer -y no sólo hablo de los blogs- es un regalo imponderable.
También es positivo que se instale el debate político, mas allá de que en parte, y parte de ese debate sea un debate frívolo y banal. No deja de ser bueno que ésta desgracia haya instalado el debate político en Argentina. Y que haya sacado a relucir lo que muchos quieren negar: siempre va a haber un argentino contra otro. Siempre, siempre. Porque el argentino contra otro es la confrontación de las ideas, que no, no murieron. La vuelta de los proyectos, de los modelos y las ideologías es el mayor y mas lindo regalo que nos ha hecho éste gobierno. No es Aerolineas, ni la jubilación estatal, ni siquiera Aguas, ni tampoco los cuatro millones de empleos. Todas esas cosas son muy importantes, así como la excelente reforma en la Corte Suprema o el avance notable e histórico en la política de Derechos Humanos. Pero ese no es el mayor regalo, el mayor regalo -vaya paradoja- es la derrota en la 125, porque a muchos nos permitió empezar a decir, con orgullo "yo voto a".
Por eso, si perdemos vamos a saber que el kirchnerismo no está terminado y que recién empezó. Si hay una derrota, que no quiero imaginarme, va a significar el comienzo del kirchnerismo y no el fin. Porque va a ser el momento en el que se va a poner en relieve, aún mas y con mas fuerza, la solidaridad y la cooperación, y desde el momento en que vamos a hacer mas y mas fuerza todos juntos y en la misma dirección. Y de última, por parte de los dirigentes que dan cuerpo a ese proyecto etéreo, si hay que arreglar o dialogar... se hará, y se demostrará que se puede gobernar -con dificultades, claro que sí- y se dejará constancia de que éste gobierno puede gobernar aún en minoría, porque hay buenos gobernantes y porque hay buenas intenciones, porque yo creo en esas buenas intenciones. Y eso nos va a enorgullecer.
Si se pierde va a ser jodido, si se pierde va a ser doloroso, y si se pierde no nos va a gustar y vamos a tener que morder el polvo. Y bancarnoslá, y bancarnos las cargadas de Mariano T. o de Coki. Pero en el fondo, la derrota no me va a importar si es que no estoy equivocado, y si es que aún en la adversidad -quizá, mas aún, en la adversidad- el proceso que comenzó hace unos 6 años en Argentina habrá alcanzado su punto mas abstracto y emocional, el mas dificil de analizar y de reducir, el que nos une sin que sepamos bien por qué.
Si se pierde, las risas van a ser, otra vez, amargas. Va a ser amargo, desagradable. El sabor que nos va a quedar no va a ser el mas dulce y lo sabemos. Si se pierde van a tener razón Radio Continental y sus oyentes, la señora que llama porque está muy enojada, el señor que pide a gritos calmar sus miedos con sangre ajena. Si se pierde van a tener razón Tinelli y Susana, y se van a lanzar los millonarios como candidatos. Si se pierde, quizá se perderá parte del peronismo, o del PJ. Si se pierde los medios nos van a humillar, nos va a molestar y nos va a doler, claro que sí, no somos tan ingenuos. Pero habrá que saber afrontar esa situación con la certeza agridulce de que, si se pierde, se habrá ganado después de todo.
Porque esa noche fue una mierda. Porque esa noche, que después mutó en trasnoche y en madrugada, en la que el vicepresidente dijo... dijo lo que dijo, que votaba en contra del proyecto que había defendido o que había dicho que defendía, y al que se había sumado, fué durísima. Todavía me acuerdo. Mientras pienso todo esto estoy acostado, en la misma cama en que estaba aquella noche. Y me acuerdo del silencio. Del silencio, de las voces pausadas, separadas por un tiempo largo, interminable como un camino de brasas de acá hasta la luna. O al Sol. De la discusión y de la tensión. Especialmente de la tensión. Esa tensión que uno siente cuándo le pasan cosas que le cambian la historia. Y ese dia cambió la historia para mí. Ese día en el que se cometió la injusticia mas atroz de los últimos años en la política -al menos de mí política, la que mas duro me pegó con 27 años a cuestas-. Realmente me cambió la vida. En el sentido político, por supuesto, y en todos los sentidos si se quiere, porque en la vida todo suele impactar sobre el resto de las cosas. E impacta sobre las relaciones después, sobre un montón de aspectos. Quizá por eso la sentí tan atroz, como cuándo llega la adolescencia o cuándo se va.
De ese día, y esa noche fatídica, me acuerdo de la tensión y de las esperanzas, cada vez mas chicas, cada vez mas próximas a consumirse, de que el tipo que transpiraba y dudaba adelante del microfono dijera que, en realidad... en realidad era todo un poco de sobreactuación para los medios, pero que el acompañaba el proyecto por el cuál había sido electo. Que sacara de la galera una respuesta que nos dejara tranquilos, que nos estuviese engañando y, juguetón, estuviese dándole un marco, un clima a la decisión histórica de que la Sociedad Rural un día tuviera que bajar los brazos y apretar los dientes. Y dijo que no. O eso quiso decir. Y uno, a medida que pasaban los segundos antes de la púñalada fatal se daba cuenta de que eso era mas y mas probable.
Y si, la verdad que eso me rompió las pelotas, es la verdad. Porque, mas allá de la discusión, o de los mil millones de dólares -que en mi perra vida voy a ver-, o de los puntos de retenciones, habían ganado los medios, había ganado la opinión formada, había ganado la falta de análisis, había ganado la brutalidad, había ganado el desabastecimiento, había ganado Biolcatti y había ganado De Angeli, pero también había ganado Mirtha Legrand... había ganado, especialmente, la gran fábrica de opinión. Había ganado el relato impuesto, de (y en) un sector importante de la sociedad argentina, de que había razones para defender a poderosos, para burlarse y ultrajar al gobierno, al voto popular, a los militantes y trabajadores, pobres o de clase media incluso, que habían llenado las plazas para apoyar y bancar, para hacer el aguante a un gobierno en el que guardaba y guarda, aún, las eternas esperanzas de seguir siendo parte, de dejar de ser de una buena vez un número abstracto en los análisis de Grondona o Morales Solá, o el economista de turno.
Veo como una postal el día siguiente, me veo teniendo que tragar saliva cuándo un amigo de mi viejo me dijo "Je, ¿viste como les rompimos el orto?" pensando tóntamente que yo me sumaría a su festejo, pensando que, de algún modo, el pueblo realmente había ganado algo. Me dolía mas pensar en la sonrisa del poder sin rostro y sin banderas, espontánea y socarrona ante las palabras de él, que tener que fingir una sonrisa amarga y mal articulada para ocultar mis ganas de mandarlo al carajo y gritar que estaba realmente muy triste aquel día. Será por eso, quizá, que recuerdo vívamente algunos momentos de ese día, algunos colores y algunas imágenes, luces y sombras, cosas que quedaron grabadas.
Me jodía porque era injusto, porque creí y creo que no era lo que tenía que ser. Y por eso si perdemos va a ser una mierda y por eso si perdemos va a doler.
Si perdemos las elecciones va a ser doloroso, porque nos habrán derrotado de nuevo, porque no habrá revancha, porque triunfará Clarín, porque todo lo que dijimos y todo lo que tratamos de hacer para que los demás nos entiendan posiblemente habrá sido en vano. Y cuándo uno fracasa en su empresa no puede dejar de sentir cierta tristeza.
Pero también será una oportunidad, y tambien es una oportunidad. Porque, después de todo, el mal nos trajo un bien. Algunos dicen que no hay mal que por bien no venga. Y bueno, éste podría ser el caso. Ese mal nos trajo como bendición saber de que lado no tenemos que estar, lograr una identificación, estar identificados con un proyecto y con un conjunto de ideas.
Claro, siempre vamos a tener diferencias. Pero sabemos que, en general, estamos de acuerdo en un conjunto de ideas y proyectos, de como deberían ser las cosas para estar bien. Y eso, habernos identificado y habernos podido agrupar y entendernos y construír algo entre todos, haber participado de algo que empezó y que seguramente va a prosperar y va a crecer -y no sólo hablo de los blogs- es un regalo imponderable.
También es positivo que se instale el debate político, mas allá de que en parte, y parte de ese debate sea un debate frívolo y banal. No deja de ser bueno que ésta desgracia haya instalado el debate político en Argentina. Y que haya sacado a relucir lo que muchos quieren negar: siempre va a haber un argentino contra otro. Siempre, siempre. Porque el argentino contra otro es la confrontación de las ideas, que no, no murieron. La vuelta de los proyectos, de los modelos y las ideologías es el mayor y mas lindo regalo que nos ha hecho éste gobierno. No es Aerolineas, ni la jubilación estatal, ni siquiera Aguas, ni tampoco los cuatro millones de empleos. Todas esas cosas son muy importantes, así como la excelente reforma en la Corte Suprema o el avance notable e histórico en la política de Derechos Humanos. Pero ese no es el mayor regalo, el mayor regalo -vaya paradoja- es la derrota en la 125, porque a muchos nos permitió empezar a decir, con orgullo "yo voto a".
Por eso, si perdemos vamos a saber que el kirchnerismo no está terminado y que recién empezó. Si hay una derrota, que no quiero imaginarme, va a significar el comienzo del kirchnerismo y no el fin. Porque va a ser el momento en el que se va a poner en relieve, aún mas y con mas fuerza, la solidaridad y la cooperación, y desde el momento en que vamos a hacer mas y mas fuerza todos juntos y en la misma dirección. Y de última, por parte de los dirigentes que dan cuerpo a ese proyecto etéreo, si hay que arreglar o dialogar... se hará, y se demostrará que se puede gobernar -con dificultades, claro que sí- y se dejará constancia de que éste gobierno puede gobernar aún en minoría, porque hay buenos gobernantes y porque hay buenas intenciones, porque yo creo en esas buenas intenciones. Y eso nos va a enorgullecer.
Si se pierde va a ser jodido, si se pierde va a ser doloroso, y si se pierde no nos va a gustar y vamos a tener que morder el polvo. Y bancarnoslá, y bancarnos las cargadas de Mariano T. o de Coki. Pero en el fondo, la derrota no me va a importar si es que no estoy equivocado, y si es que aún en la adversidad -quizá, mas aún, en la adversidad- el proceso que comenzó hace unos 6 años en Argentina habrá alcanzado su punto mas abstracto y emocional, el mas dificil de analizar y de reducir, el que nos une sin que sepamos bien por qué.
Si se pierde, las risas van a ser, otra vez, amargas. Va a ser amargo, desagradable. El sabor que nos va a quedar no va a ser el mas dulce y lo sabemos. Si se pierde van a tener razón Radio Continental y sus oyentes, la señora que llama porque está muy enojada, el señor que pide a gritos calmar sus miedos con sangre ajena. Si se pierde van a tener razón Tinelli y Susana, y se van a lanzar los millonarios como candidatos. Si se pierde, quizá se perderá parte del peronismo, o del PJ. Si se pierde los medios nos van a humillar, nos va a molestar y nos va a doler, claro que sí, no somos tan ingenuos. Pero habrá que saber afrontar esa situación con la certeza agridulce de que, si se pierde, se habrá ganado después de todo.
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TRanquilo Martin. Pero sin descuidar el trabajo fino que deben hacer las bases. La tracción de votos se hace de abajo hacia arriba y es muuy importante el trabajo y la defensa que hacen los jefes comunales. Las lealtades de las bases son inconmovibles. En estas elecciones (casi seguro)seran adversos los votos de las ligas agrarias que antes (en el 2005 y 2007 sobretodo) voto al proyecto. Los gringos peronistas, no votan a Giustiniani tenelo por seguro, votan a Reutemann. Pero ahi hay una cosa que es importante para la opinión pública: viste cuando Giustiniani dice que hay pacto entre Kirchner y Reutemann (y que prolijamente se desmiente)? bueno, a la hora de los votos, los votos peronistas son los de Rossi + lo de Reutemann. Guste o no.
ResponderEliminarPor eso mi pregunta inicial iba a ser: ¿que es perder? ¿Acaso no hemos perdido teniendo mayoría parlamentaria? Tal vez sea momento de rediseñar estrategias y cambiar los operadores, pero nada más que eso.
Un abrazo chamigo.
Está todo bien, Martín. A vtar con fé.
ResponderEliminarEL 29 nos va a encontrar más unidos que nunca. Vamos a ser la peadilla de los gorilas
Gracias a ambos.
ResponderEliminarTengo que confesarles que lo que escribí no es lo que creo que va a pasar. Yo creo que se gana por un margen interesante, y respecto a las últimas reflexiones también tengo ciertas dudas (lamentablemente), digo, es una expresión de deseo en un contexto hipotético adverso.
Lo que escribí es mas simbólico que otra cosa.
Es mas, promedié las últimas encuestas de los seis encuestadores mas creíbles, y mas o menos daban ésto:
NK 33
FDN 26,36
MS 20,25
Y, si quieren inflar el pecho y agrandarse:
http://uol.elargentino.com/nota-41404-Con-matices-todas-las-encuestas-anuncian-un-triunfo-de-la-formula-Kirchner-Scioli-.html
¡Gracias por los comentarios!
Querido Martín: sé que no pudiste ver Porotos de Soja, pero ya alguien la subirá a Youtube o le pediré a Blaustein un DVD.
ResponderEliminarEsa vigilia, ese silencio, las velas, la espera, las palabras de Pichetto:
-Sr, Presidente del Senado. Como dice el Evangelio, lo que tengamos que hacer hagámoslo rápido. (genial)
Las voces, las caras, todo está en Porotos de Soja. No la pierdas.
Un beso grande.
Eme, lamento decirte que SI vi la peli :P jajaja, por ahí te confundís porque alguno de los chicos que dijo que no la vió. En realidad no pude ver los últimos minutos (cuándo empezó a hablar Kirchner mas o menos tuve que salir).
ResponderEliminarY si, tal cual. Yo de causalidad escribí ésto el otro día (bah, lo grabé al mp3 cuándo estaba acostado pensando y lo pasé ayer). Y cuándo veía la peli me acordaba de todo eso. Yo estaba en casa esa noche, y no pude dormir hasta que el papafrita ese dijo que no tenía valentía de tomar una decisión. Fue duro. Igual el texto tómenlo como una historia real, pero historia al fin en la que hay algo de drama (porque Leo y Filómata interpretaron que estoy preocupado o deprimido :D... ¡no! yo estoy super confiado y feliz, no sólo por un tema de encuestas, sinó porque creo que hay una gran oportunidad y que estamos en una época muy interesante, histórica, y me siento identificado por fin y siento orgullo de SER).
Salutes.